jueves, 2 de diciembre de 2010

CRISTIANISMO UNIVERSAL


EMBAJADORES DE JESUCRISTO (Parte 3)

HACIA UNA MAYOR COMPRENSIÓN DEL CRISTIANISMO UNIVERSAL

Introducción:

SEMBRAR LA SEMILLA DEL REINO, es actuar sin temor, sin duda ni murmuraciones; porque no tememos actuar en todos los espacios donde hay tinieblas, conforme lo hizo Jesús, sin temor a “contaminarse” (Luc 5:3032), porque “en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (Jn 4:18), porque debemos ser cabeza y no cola (Deu 28:13). De esta manera, gozamos en el éxito como en las tribulaciones, las bendiciones y promesas del reino. “Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios que no haya de recibir mucho más en este tiempo y en el siglo venidero la vida eterna”. (Luc 18:29-30).

Por consiguiente, requerimos de absoluta fe y conocimiento de las Escrituras, constante actitud investigadora, escudriñadora, tal como nos lo enseñaron los primeros cristianos de Berea. Este es, pues, el sentido del presente texto, cuya compilación resumida de DOCUMENTOS, nos ayuden a una mayor comprensión de la fuente de nuestra identidad como cristianos. Recalco: Que ayuden; es decir que sean fuente de datos, cribados críticamente, no “aceptados” o “asumidos” acríticamente.

DOCUMENTO PRIMERO:

1. Del Libro electrónico: “ La Cultura..”, del escritor alemán DIETRICH SCHWANITZ (edición año 2006)

Martín Lutero

¿Quién era este Martín Lutero? Hijo de un minero, Lutero quería estudiar derecho, pero antes de comenzar sus estudios sufrió una crisis y, durante una tormenta, se prometió a sí mismo que, si lograba sobrevivir, consagraría su vida a la Iglesia. Después ingresó en un convento de agustinos, intentó librarse de su sentimiento de culpa mediante la ascesis, ayunó casi hasta morir y finalmente, en este estado de agotamiento, tuvo una vivencia salvífica: leyendo un pasaje de San Pablo, se convenció firmemente de que lo que puede salvar al hombre no son sus buenas obras, sino únicamente la fe en la gracia de Dios. A partir de aquí, su carrera eclesiástica se aceleró; tras una peregrinación a Roma, fue nombrado profesor en la Universidad de Wittenberg y ascendió hasta ocupar el puesto de vicario general, administrador del obispo.

La ruptura con Roma

El poder establecido reaccionó ante las tesis de Lutero con una encarnizada guerra de panfletos que contenían las amenazas de siempre: el fuego y la espada. titulado A la nobleza cristiana de la Nación alemana, Lutero recomendó desobedecer al Papa y formar una Iglesia alemana, lo que acabaría con el constante flujo de dinero hacia Roma. Al fin y al cabo, la verdadera autoridad no era el Papa, sino las Sagradas Escrituras, y además cada cual era su propio sacerdote.

Esto ya era demasiado, Lutero «había cruzado el Rubicón» (cuando César cruzó el Rubicón comenzó la guerra civil) y el conflicto era ya inevitable. Con este llamamiento de Lutero empezó el matrimonio entre la Reforma y el Estado nacional, de manera que a partir de entonces cuando alguien se convertía al protestantismo lo hacía también por razones nacionales, sobre todo en Inglaterra.

Cuando Lutero fue excomulgado, respondió con un escrito sobre La cautividad babilónica de la Iglesia: como los judíos en Babilonia, la Iglesia del Nuevo Testamento también había sufrido durante mucho tiempo el cautiverio del Papa de Roma. A partir de este momento, los dos frentes reaccionaron quemando en público las proclamas, las misivas y las bulas del otro (absolución papal, del latín «bulla»: sello). Lutero acabó afirmando que sólo se salvaría quien rechazara la autoridad papal; después fundó su propia Iglesia y excomulgó al Papa. El cisma estaba cerca.

La nueva Iglesia

Más allá de esto, Lutero convirtió la Biblia en el único criterio para determinar la validez de todo artículo de fe. Como no aparecían en la Biblia, suprimió el purgatorio, la adoración de la Virgen y los santos, así como los sacramentos de la confesión y la extremaunción. El centro de la liturgia religiosa no era ya el ritual, sino el sermón. De este modo, el sermón y la Biblia hicieron de la fe protestante una religión de la palabra y de la escritura. Contra lo que Lutero arremetió más enérgicamente fue contra la pretensión de autoridad del Papa y de la Iglesia romana. El sacerdote perdió el privilegio de ser el mediador entre Dios y el hombre, un hecho que hacía absurdo el celibato o soltería. Ahora cada cual era su propio sacerdote, lo que dio la puntilla a la autoridad de la Iglesia al ser suprimida toda su jerarquía. La Iglesia dejó de administrar la gracia divina y todas las tradiciones que había tomado del paganismo fueron eliminadas. El cristianismo volvió a ser judío.

Los anabaptistas

Por esa misma fecha aparecieron en Suiza los primeros anabaptistas. Éstos bautizaban únicamente a los adultos, esperaban la inminente venida de Cristo, practicaban la desobediencia civil y oponían resistencia pacífica a la autoridad. Algunos de ellos defendían incluso una especie de comunismo y la poligamia. Ganaron un gran número de adeptos con la misma rapidez con la que empezaron a ser perseguidos tanto por los católicos como por los luteranos. Su mensaje se extendió desde Suabia hasta Holanda y convenció al profeta Jan Mathys y a su discípulo Jünger Jan Bokelsen, de Leiden.

Poco después les llegó desde Münster el grito de socorro del pastor luterano Bernhard Rottmann, quien se sentía incapaz de resolver por sí mismo su conflicto con el obispo de esta ciudad. Ávidos de gloria y con la ayuda de Dios, los dos holandeses acudieron rápidamente y echaron de la ciudad a los mercenarios del obispo. Tras sitiar la ciudad, impusieron un régimen totalitario mezcla de ley marcial y anabaptismo, que incluía esa especie de comunismo económico y la poligamia que tanto ha fascinado a la posteridad. Como en Münster había un exceso de mujeres, esto último las entusiasmó, de manera que, cuando los espíritus más convencionales hicieron preso a Jan de Leiden, responsable de la situación, fueron ellas quienes lo liberaron. Sin embargo, ni él ni los demás anabaptistas se libraron de la terrible venganza del obispo:después de un prolongado asedio, se tomó por asalto la ciudad, los anabaptistas sufrieron brutales torturas y sus cuerpos mutilados fueron puestos en jaulas, que se colgaron en el campanario de la iglesia de San Lamberto, y ofrecidos a las cornejas —las jaulas siguen allí en recuerdo de la severidad de la Iglesia apostólica—. Posteriormente los anabaptistas recuperaron la paz, adoptaron el nombre de menonitas (por el holandés Menno Simons) y afrontaron la segunda oleada de persecuciones en los Países Bajos. Más tarde, muchos de ellos emigraron a América donde fundaron la comunidad de Amish, en el estado de Pensilvania (representada en la película Único testigo). Otros sobrevivieron ocultos en Emmental y en el cantón de Jura, alrededor de Bellelay. Su rebelión anarquista es un precedente del fundamentalismo democrático que animará posteriormente a los calvinistas holandeses, a los puritanos ingleses y a los «padres peregrinos» americanos. Con su poderío militar y sus puertos alpinos, los suizos se convirtieron en una gran potencia. Y puesto que instituyeron gobiernos antiautoritarios y dieron la bienvenida a la Reforma, excepto en los cantones primitivos de Uri, Schwyz y Unterwald, Suiza se convirtió en la patria de dos reformadores: Ulrico Zuinglio en Zúrich y Juan Calvino en Ginebra.

El Estado teocrático calvinista de Ginebra..

En Ginebra se produjo un encuentro entre la ciudad y un hombre que tendría importantes consecuencias en la historia universal. La ciudad, situada en el cruce de las rutas comerciales, estaba en guerra con sus señores, el obispo y el Duque de Saboya: ambos obstaculizaban el desarrollo de su comercio y le apretaban el cinturón. Dada la situación, los ciudadanos pidieron ayuda a los suizos, quienes acudieron de buen grado e hicieron huir al obispo y al duque. Como el clero católico era considerado un enemigo, la ciudad adoptó la Reforma. Dos meses después, el destino se presentó en la ciudad en la persona de Juan Calvino (1536).

Calvino era de Noyon, Francia, y había estudiado derecho; pero a través de sus escritos se había hecho un nombre como teólogo reformista. Creía en la predestinación (en el destino), es decir, en que desde el principio de la Creación Dios había predeterminado ya quién se salvaría y quién se condenaría. A primera vista, esta absurda doctrina parece decir que la moral no puede influir sobre el comportamiento humano, pues todo está escrito. Y así es desde el punto de vista teórico; pero, desde el punto de vista práctico, dice más bien lo contrario: puesto que obrar y vivir en el temor de Dios se interpreta como síntoma de que se es uno de los pocos elegidos, todos desean descubrir en sí mismos los signos de la gracia divina y obran convenientemente. La doctrina de Calvino era una especie de profecía que se cumplía a sí misma.

También tenía su propio sistema inmunológico: en caso de persecución, la constante preocupación por salvarse convertía la ascesis y la perseverancia en un signo evidente de que se estaba entre los elegidos. Hacía que el individuo desarrollara una conciencia moral elitista y que se sintiera parte de la comunidad de los santos. Quien perseguía a los calvinistas, los fortalecía. Ocurría lo mismo que en la paradójica amistad entre sádicos y masoquistas.

Cuando Calvino llegó a Ginebra, colaboró con el reformador Guillermo Farel, en trance de implantar un riguroso régimen moral. Contra él se rebeló el partido libertino (término que tomó el significado de desenfrenado o vicioso en la contrapropaganda de Calvino) y echó a los reformadores de la ciudad. El obispo católico regresó, y con él la arbitrariedad y la corrupción que tanto perjudicaban al comercio. Arrepentidos, los grandes comerciantes hicieron volver a Calvino y le transfirieron todo el poder. Calvino se convirtió en una suerte de ayatolá protestante y fundó un Estado teocrático Si la utopía se ha realizado en algún lugar, ha sido en Ginebra entre 1541 y 1564 bajo la dirección de Calvino, cuyo sistema se convirtió en el modelo de la mayoría de las comunidades fundamentalistas y puritanas de Holanda, Inglaterra y Estados Unidos.

El principio supremo del Estado teocrático radicaba en la afirmación de que el derecho y la ley de la comunidad están escritos en la Biblia. La interpretación de esta ley es tarea de los pastores y de los mayores (presbíteros). La autoridad terrenal también está subordinada a su órgano supremo (en Ginebra, el Consistorio). Esto suponía implantar una teocracia (poder de Dios) como en el antiguo Israel. La asistencia a la misa se hizo obligatoria y la virtud se convirtió en ley. El placer o, según se mire, el vicio quedó prohibido. Concretamente, se prohibieron las canciones indecorosas, el baile, el juego, el alcohol, los bares, los excesos gastronómicos, el lujo, el teatro, los cortes de pelo llamativos y la ropa indecente. Se determinó el número de platos que podía tener una comida.

Los adornos y las joyas resultaban tan molestos como los nombres de santos, ante los que se prefería nombres bíblicos como Habacuc o Samuel. Sobre la prostitución, el adulterio, la blasfemia y la idolatría pesaba la pena de muerte. Sin embargo, Calvino permitió el préstamo de dinero a cambio de intereses, siempre que éstos no fueran abusivos. La idea de la elección por la gracia, la importancia de las Sagradas Escrituras, la relevancia concedida no a la conciencia sino a la ley, y la autorización de prestar dinero a cambio de intereses, aproximaban a los calvinistas al pueblo de Israel, al tiempo que los distanciaban de los luteranos. Pero, sobre todo, hicieron perder terreno al antisemitismo, consiguiendo que en los países en los que caló el calvinismo, como Holanda, Inglaterra y Estados Unidos, el antisemitismo fuera insignificante a diferencia de lo que ocurrió en España, Francia, Alemania, Polonia y Rusia.

El régimen de Calvino en Ginebra era totalitario. Los mayores y los pastores, verdaderos policías de la moral, controlaban cada movimiento, tomando declaración y expulsando de la ciudad a los que incurrían en alguna falta. Sin embargo, la fama de Ginebra se extendió por toda Europa. Los viajeros quedaban encantados al comprobar que en la ciudad no había ni robos, ni vicio, ni prostitutas, ni asesinatos, ni enfrentamientos entre partidos. Escribían a sus casas diciendo que allí la delincuencia y la pobreza eran desconocidas. Lo que reinaba era el cumplimiento del deber, la pureza de costumbres, la caridad y la ascesis mediante el trabajo. Pues, según Calvino, uno de los mandamientos del Señor era éste: el hombre no ha de desaprovechar inútilmente el tiempo que Dios le ha dado, y si lo hace, esto es un signo de que se condenará. Si, por el contrario, lo aprovecha debidamente en el trabajo, esto significa que está entre los elegidos. Si ve aumentar su dinero como resultado de su trabajo, esto también indica que es uno de los elegidos, lo que convence siempre a los afortunados.

Consecuencia: el calvinismo armonizaba perfectamente con los intereses comerciales de Ginebra, con el capitalismo en general y con la búsqueda del éxito propia del norteamericano.

Así nos lo enseña Max Weber, el padre de la sociología alemana, en su libro sobre La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Por lo tanto, si el luteranismo había posibilitado el matrimonio entre la religión y el Estado (véase Prusia), el calvinismo hizo posible el matrimonio entre la religión y el dinero.

La Reforma ayudó al nacimiento de la modernidad.

La Contrarreforma católica

¿Por qué pudo extenderse la Reforma durante la primera mitad del siglo sin chocar con la resistencia del emperador o de la Iglesia? Respuesta:

(Continuará))

jueves, 16 de septiembre de 2010

EL REINO DE DIOS ES PRESENTE



Este domingo 12 de setiembre, asistí a escuchar una importante conferencia cristiana, de profundo contenido revelador. El tema: La Condenación.
En efecto, existe un antes y un después del sacrificio del Cordero, nuestro Salvador: Jesús, el Cristo. La Ley de Moisés primaba en el Antiguo Testamento, desde Adán. Ahora prima la Gracia de Jesucristo en el Nuevo Testamento. La ley terminó con Jesús. La Gracia es un regalo divino concedido a la humanidad por la sangre redentora del Cordero:
Toda criatura puede salvarse de la condenación arrepintiéndose y recibiendo a Jesús como su Salvador.
Esa es la gran nueva que transmitimos los cristianos, embajadores del reino de Dios, al mundo. No requiere de sacrificios excepcionales, como la circuncisión en el Antiguo Testamento, etc. No obstante, la Gracia no es “haga lo que quiera y luego arrepiéntase”, y así sucesivamente. La Gracia es autodisciplina, obediencia plena y consciente. La desobediencia es pecado, y todo pecado merece castigo.
La Conferencia me ha motivado para publicar en el Blog mi siguiente reflexión fechada en el verano.

EMBAJADORES DE JESUCRISTO (Parte 2)

Introducción:

El sino del hombre y la mujer es SERVIR:
Se sirve a los hijos, se sirve a los padres, se sirve a los hermanos, se sirve a los amigos, se sirve a la empresa, se sirve a los usuarios, se sirva al líder, se sirva al pueblo, se sirve a causas nobles e innobles, se sirve al mundo…., se sirve al Hacedor del mundo conforme a su Palabra: “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mateo 23:11-12)

La pregunta clave es: ¿PARA QUE ANHELAMOS VIDA LONGEVA, RIQUEZA Y PODER?

Sólo hay dos respuestas:

1) Para servir sólo a los sentidos carnales imperfectos, egoístas y sensuales, atrapados en la servidumbre de la oscuridad donde reina el príncipe de las tinieblas, degradándose la vida, la riqueza y el poder. Aquí todo es ilusión, sostenido por la mentira y el odio del maligno. O bien,

2) Para servir a Dios, su Reino y su Justicia, de donde proviene la vida, la riqueza y el poder ennoblecidos. Liberados en el servicio de la luz, aquí todo es real, basado en la perfecta verdad del amor del Benigno.

No hay respuesta intermedia. O se es frío o se es caliente, pero nunca tibio. El Señor dice en su Palabra que los prefiere calientes o fríos, pero no tibios, a éstos los vomita. (Ap 3:15-16)
Ahora bien, exploremos el Reino de Dios.

EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA ES PRESENTE

“Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Luc 17:20-21) Y ha “venido con poder” (Mar 9:1).

Así es. El reino de Dios y su Justicia es presente, está aquí y ahora, mental, corpóreo y poderoso. El presente es pasado y futuro. “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Ap. 1:8). Dios es, Su reino es. El es el amo del tiempo y del espacio.
Cada Embajador de Cristo es esa “mente de reino” manifestada colectivamente en el “Cuerpo de Cristo”, su Iglesia, que es la depositaria de Reino de los Cielos hoy, ayer y mañana.
En el diseño del Plan divino de Salvación, Jesús el Salvador del mundo y Rey de Reyes, personifica el reino de Dios. El desplegó su Ministerio con el excelente mensaje del reino, predicando “ARREPENTÍOS PORQUE EL REINO DE LOS CIELOS SE HA ACERCADO” (Mat 4:17). Y en Lucas 4:43: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado”.
Su prédica del reino es concisa y brillante: “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. (Mat 12:28-29)
Contundente!: La casa (el reino) del hombre fuerte, el príncipe de las tinieblas, es el mundo, y los pecadores sus bienes. Jesús, el Mesías, ha llegado a minar ese nefasto reinado, destruyendo todo lo hecho por Satanás e instalar y expandir el reino de Su Padre, por el cual debemos actuar conforme dice Pablo: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia (Heb.12:28)
Luego continúa enseñando: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. (Mat 12:30). Jesús está, pues, exhortando a los que le aman y le siguen para que sean dignos herederos y gocen de los frutos del reino de Dios, aquí y ahora. Así lo confirma en su denuncia a los fariseos: “Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”. (Mat 23:13)
En la prédica del Evangelio del Reino convergen el pasado y el futuro, se sintetizan el Antiguo y el Nuevo Testamento: Adán, el primer hombre hecho del polvo de la tierra a imagen y semejanza de Dios, fue engañado en su naturaleza terrenal y finalmente derrotado por Satanás. Perdió el reinado del Edén terrenal. Pecó e introdujo la muerte espiritual. Un solo hombre condenó a toda la humanidad. Mas Jesús, de naturaleza espiritual fue hecho hombre para salvación, y no obstante padecer tentado hábilmente por Satanás ( Heb 2:18), Jesús le derrotó inobjetablemente, restauro e introdujo el reino y la vida eterna. Un solo Hombre liberó de la cautividad del pecado a todos los hombres (1Cor 15:21,45)
De esta manera, el mensaje de salvación del reino profetizado en el Antiguo Testamento: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sión: ¡Tu Dios reina!” (Isaias 52:7), fue cumplido en el Nuevo Testamento con la vida, muerte y resurrección de nuestro Salvador Jesucristo, vía crucis de inmenso amor cuyo antecedente fue anunciado por Dios Padre cuando probó a Abraham: “Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos”. (Génesis 22:2,4). El sacrificio no fue consumado, sino mucho después con el unigénito de Dios Padre, bendito que “tanto nos amó” y nos dio a su Hijo amado Jesús, el Cordero, consumando el sacrificio para salvación, por única vez ( Heb 9:28).
El proceso divino del Reino prosigue su curso ineluctable hasta cuando Jesús ”entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies “ (1Cor 15-24-25).Confirmando la promesa a sus doce discípulos: “Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí. Para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” ( Luc 22:28-30). ¡Gloria a Dios!
Ahora bien, un reinado se caracteriza por la calidad de sus habitantes. Sin gente capaz, no hay, no puede haber un reinado eficaz. Un reinado es, lo que su gente es. No son las cosas materiales lo que define un reinado bien establecido, sino sus principios, su visión y sus valores comunes; en otras palabras: La naturaleza espiritual de su gente. He ahí el Evangelio del Reino.
Jesús, en su sabiduría humana y divina, supo enseñar y conquistar gente idónea en valores para sembrar la semilla del Reino, (Mar 4:26 ), justamente en un ambiente adverso, en un campo desertificado por una “generación de víboras” (Mat 12:34). Y agradeció a su Padre por haber ocultado los misterios del Reino a los sabios y doctos de esa generación perversa de religiosos dogmáticos, sensuales e hipócritas (Mat. 11:25). Jesús seleccionó de entre gente laboriosa y sencilla a sus doce Discípulos, empezando por los rudos hermanos pescadores Simón (Pedro) y Andrés, a quienes les dijo: “venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mat 4:18-19). Mas también escogió gente culta de corazón altruista entre las clases medias y altas, como Mateo, José de Arimatea, etc., luego al extraordinario varón judío-romano Saulo de Tarso, llamado Pablo.

No quepa duda, nosotros los Embajadores de Cristo somos los continuadores de la Gran Comisión asignado a sus primeros Discípulos para extender el reino, en tanto somos del linaje de Jesús. Por tanto, personificamos el reino de Dios y su Justicia, y tenemos el poder del Espíritu Santo para obrar: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. ( Jn 14:12).
De esta manera, siendo Embajada y Embajadores, Sacerdotes y Reyes, somos responsables de la continuidad histórica y actual de extender, difundir y amplificar el reino de Dios y su Justicia, propiciando la segunda venida de Jesús como Rey de Reyes, Sumo Sacerdote y Señor de Señores. No hacerlo significa perder la heredad (Mat 8:5-13) Compromiso y responsabilidad hoy más actual que nunca, dada la inminencia del advenimiento de Jesús, cuya señal fundamental es que “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat 24:14)
He aquí un resumen de nuestros compromisos y responsabilidades:
1. Pasar de oídores a hacedores de la Palabra (Stg 1:22) (Heb 13:14-16)
2. Hacer manifiesto que somos Justicia de Dios (2Cor 5:21)
3. Ir en pos de las almas perdidas )Stg 5:20)
4. Ocupar todos los espacios en tinieblas del mundo, confiando en Dios (Sal 37:3)

La gracia de Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo sea con todos.
Inicio del verano 2010.
Vuestro hermano en Cristo y Embajador: Julio

viernes, 30 de julio de 2010

EMBAJADORES DE JESUCRISTO


Introducción:
El presente texto es resultado de un extraordinario “zarandeo” ocurrido en mi vivencia cristiana hace pocas semanas. Mi vocaciòn investigadora o escudriñadora fue confrontada por el Espìritu Santo de forma inusitada, y fue El mismo quien me evidenciò el profundo mensaje del Apóstol Pablo cuando se dirigiò a los Corintios en su segunda epístola. Bendito sea Dios, a El toda la honra y toda la gloria!

El significado del Mensaje:

“De modo que si alguno està en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquì todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconciliò consigo mismo por Cristo, y nos diò el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo; no tomàndoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargò a nosotros la palabra de la reconciliación. Asì que somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros, os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con dios” (2Cor. 5:17-20)

En efecto, todo cristiano, desde el momento mismo que aceptò a Jesucristo como su Salvador, recibe el mandato supremo de embajador para la reconciliación y para promover el Reino de Dios. Cuando El nos da una responsabilidad, lo hace sabiendo que podemos cumplirlo, con su ayuda sobrenatural. Nunca da una tarea que no podamos hacerla. Esto significa que, luego de pasar de las tinieblas a la luz, estamos habilitados como reconciliadores: Embajadores en nombre de Jesucristo, la luz del mundo (Jn. 8:12)
Mediante la Fe de Dios, obrando en nuestra fe humana, fuimos tomados por el Espìritu Santo, y es El (morando en nosotros) quien nos guìa paso a paso como idòneos embajadores (de oìdores a hacedores de la Palabra, Stgo. 1:22) y confirmando la gracia de Dios concedida en Cristo Jesús: “porque en todo habeis sido enriquecidos en El, en toda palabra y en todo conocimiento” (1Cor. 1:5). Nos toca a los cristianos comprometidos dejarnos guiar humildemente, disponer nuestro tiempo, recursos y energìas a fìn de ser testimonio del cambio ocurrido en nuestra vida mundana; es decir, que es con el ejemplo de nuestra nueva vida còmo se despliegan las acciones primeras de embajadores para la reconciliación. Basta, por ejemplo, con evidenciar a nuestros familiares, amigos y vecinos inconversos còmo hemos sido transformados por la Palabnra de Dios, y es el Espìritu de la Palabra que actuarà en ellos. El espíritu Santo obra en nosotros de manera insospechada. Conozco el caso de una sierva de Dios que es analfabeta y que sin embargo supo reconciliar a su vecina alfabeta hacièndola leer los capitulos y versiculos que previamente ella los tenìa marcados en su Biblia. La nueva cristiana se asombrò cuando se enterò después de su conversión que su predicadora del evangelio de Cristo era analfabeta. ¡Gloria a Dios!
De este modo, el excelente Plan divino de la Salvaciòn se renueva y se expande con cada nuevo cristiano, quien asì inicia su propio proceso de embajador hasta madurar y alcanzar la estatura de Jesuscristo, el Embajador por excelencia del Reino de Dios en la tierra (Lc. 4:43)
Cierto es. Somos, pues, embajadores en nombre de Cristo.

¿Quièn es un embajador?
Es un Representante de su gobierno ante un Estado extranjero. El personal a su mando es de su propio paìs de orìgen. El embajador realiza sus funciones conforme a las leyes de su gobierno, sin interferir en las del gobierno anfitrión.

¿Què es una embajada?
Es el lugar o espacio territorial asignado por el Estado anfitrión, donde vive y Despacha el embajador.
La embajada constituye un “pedazo de territorio” del país del embajador, es protegida e inviolable en su àmbito.

En forma parecida o por analogía, podemos decir que actuamos, ya que los cristianos en tanto herederos del Reino de Dios, somos peregrinos y extranjeros en este mundo, ciudadanos del Cielo en la tierra (Fil. 3:20)
Asì, representamos al gobierno celestial y actuamos segùn las leyes de nuestro Reino; obedecemos fielmente a nuestro Rey Jesús, el Cristo, sin violentar las leyes del gobierno anfitrión. Nuestra embajada es individual y congregacional, en tanto somos el presente del Reino de Dios (Lc. 17:21) y hemos sido constituidos como sacerdotes y reyes para Dios (Ap. 1:6). Somos embajada individual en tanto Templo interior, y congregacional en tanto Iglesia o Comunidad(Hch. 2:44) de Cristianos, llamados asì por primera vez en Antioquia(Hch. 11.26)
Nadie, absolutamente nadie, puede ingresar en nuestro “pedazo de territorio”, nuestra embajada, sin autorización expresa. En la dimensiòn espiritual, esto significa que ningún espìritu maligno, ni ninguna maldición generacional puede tocarnos (1Jn. 5:18) y porque somos pueblo escogido, santos separados para Dios(1P. 2:9). Y en el orden social, nosotros proyectamos cual faro de luz la Justicia de Dios (2Cor. 5:21) y nuestra manera de vivir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo(1Tes. 4:2-12).
Impactamos al mundo por persuasión y no por imposición, pacìfica y no violentista, Asì, el mundo nos reconocerà como hijos del Reino de Dios, presente y futuro. Nuestra conducta recta y no confrontacional como nos enseña Pablo en Colosenses 4:5-6, nos facilitarà nuestra labor de embajadores. Cabe analogar al respecto, la fábula del “estanque encantado”, donde un Rey fue confundido y conquistado por sus siervos. Dice la fàbula que cierto dìa el Rey se asombrò de que su pueblo no le reconociera y le viera como extraño, incluso murmuraban que estaba loco. Lo que acontecìa es que sus sirvos bebìan agua de un estanque encantado cuyos efectos trastocaban la mente, cambiando sus maneras de ver y sentir diferentes a la manera normal de ver y sentir del Rey asustado. Este Rey considerò conveniente seguir la actitud de sus siervos ante la imposibilidad de modificar el rumbo de la situación presentada, y procediò a beber tambièn del estanque encantado para ser igual a sus siervos. De esta manera, los siervos le reconocieron y el reino viviò en paz. El que tenga oìdo para oir, oiga.
Ahora bien, como ciudadanos del Cielo somos tambièn el futuro del Reino de Dios (Mt. 25:31-36).


La Gran Comisiòn de hacer Discìpulos conforme al mandato de Jesús, segùn el Evangelio de San Mateo 28:18-20, significa propiciar el advenimiento del “Trono de su gloria”: La nueva Jerusalem! (Ap. 21:9-14 y 22:1-5).

La gracia de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espìritu Santo sea con todos ustedes.


Fines de la primavera del 2009.

BIENVENIDOS



Los seres humanos somos entes totales: cuerpo, mente y espíritu. Por tanto, se trata de alimentarnos integralmente, no sólo de uno o dos componentes. Y la mejor manera de abordarlo es atendiendo la esencia del ser: su dimensión espiritual. Tal como lo afirma E. From, para producir un cambio en la sociedad es necesario transformar el corazón humano, su espiritu. Es por ello que Jesús, el Cristo, hace dos mil años nos enseñó que de la abundancia del corazón habla la boca. Sólo corazones bondadosos, plenos de amor, pueden con el poder de la palabra construir sociedades libres y solidarias. Tal es el objetivo de este Blog cristiano sustentado en la doctrina y vida ejemplar del Rey de Reyes: Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. No una secta, una iglesia o congregación. Este blog respeta a todas, porque hay hijos de Dios en todas ellas.

Abrazos y bendiciones.